Parece que ahora los niños y niñas están superprotegidos, para evitarque se hagan daño, se manchen, cojan el más mínimo catarro o corrancualquier clase de peligro, por pequeño que sea. Pero eso les impidepracticar deportes, ejercitarse, explorar, jugar, divertirse? ytambién aprender. Por eso los protagonistas de esta historia reclamansu derecho a equivocarse. Veremos quién gana esta partida.