Este libro es una suerte de elegía, no menos melancólica quedivertida, a los locales que nos ofrecen el goce de las películasinolvidables y al compromiso que nuestra propia imaginación les debe.Un libro para abonar el recuerdo y la emoción de esos lugares que enla oscuridad recrean la íntima complicidad de tantas aventuras ysentimientos. Su autor lo ha escrito rememorando el suceso que enalgún momento le hizo dudar de si los cines le fascinaban tanto comoel cine, ya que se había convertido en un cautivo no menos sagrado que los feligreses en sus iglesias, pero sin otro credo que el inmensoplacer de lo que sucedía en las pantallas.