Vivimos en el mejor de los tiempos posibles. Vivimos en el peor de los tiempos posibles y ambas cosas son ciertas, admirado Leibniz. Lo heterogéneo y lo homogéneo se dan la mano. Ahora el mundo se ha parado por un sim-ple virus, como nos habían profetizado. Los que teóri-camente más saben, nos advierten de un nivel máximo de incertidumbre, sin parangón en la historia de esta huma-nidad. No sabemos cómo, ni cuándo, ni quiénes, ni si saldremos de esta. Todo me hace recordar un libro fasci-nante de un suicida, el genial Stefan Zweig, El mundo de ayer.