Nuestras abuelas nunca oyeron hablar de la «lucidez terminal», aunquesabían bien de lo que hablaban. Iban a visitar a un moribundo ymientras estaban en la casa callaban, pero ya fuera comentaban entreellas: «Hoy le he visto muy animado, y volvía a acordarse de todo, ay, no creo que pase de mañana?». Y así era. La lucidez terminal es unfenómeno relativamente frecuente que la ciencia ortodoxa ignora y queaun así forma parte de nuestra experiencia ancestral y del día a díade enfermeras y cuidadores. Según todos ellos, cerca del final de lavida, muchas personas que han sufrido lesiones cerebralesirreversibles o demencia profunda experimentan un momentáneo «retornomilagroso del yo» que antecede siempre al fallecimiento. Así, por logeneral durante unas horas, estas personas recuperan por completo lalucidez, la memoria y la energía, son capaces de hablar de nuevo consus familiares y parecen conscientes de la inminencia de su muerte con una calma y aceptación sorprendentes. Pero si sabemos que ladestrucción física del tejido cerebral que produce el alzhéimer o elcáncer no es recuperable, y que las neuronas no se reg