Los límpidos versos de Manuel Astur, reminiscentes de la obra de Walt Whitman y Mary Oliver, pero también de lapoesía clásica china, son un estremecido canto a lavida en que el mundo natural ejerce a un tiempo de cálidorefugio e inevitable recordatorio de nuestra finitud. Destellosexógenos de una cruel belleza traen ecos del pasado al poeta, pero también vislumbres de una serenidad que lo reconciliacon la amarga caída del fruto siempre verde de la vida.