¿Quién traza el dibujo de una vida? En Autobiografía de mi padre es el hijo quien asume esta tarea: «La palabra de mi padre muerto reclamaba hablar a través de mí como no había hablado nunca, más allá denuestras dos fuerzas reunidas». Y así comienza a narrarse, en primerapersona, Simcha Apashevsky: nacido en un territorio fronterizo de laRusia meridional, huérfano de madre y superviviente de un despiadadosiglo con dos guerras mundiales y un holocausto. Una cuestiónobsesiona a este modesto médico con vocación de intelectual: ¿quélugar ocupa la ética en la vida social? Es decir, ¿cómo podemos serjustos, e incluso felices, en un mundo que no lo es? Padece asimismoun desarraigo interior: un matrimonio desafecto, una familia a la queno comprende y un nuevo hogar, Francia, donde debe ocultar su apellido judío.Con este gran clásico de 1987, Pierre Pachet reinventó la literaturaautobiográfica. En primer lugar, por su singular estilo: la vida no se cuenta aquí como una sucesión de instantes parcelados, sino en suduración, en su experiencia del tiempo. Pero también, gracias a unasutilísima complejidad emocional: Pache